Los Jubileos a lo largo de la Historia

El Jubileo es una tradición milenaria que ha marcado momentos fundamentales en la historia de la Iglesia católica y de la ciudad de Roma. Desde el primer Jubileo proclamado por el Papa Bonifacio VIII en 1300 hasta las celebraciones más recientes, cada Año Santo ha representado una ocasión de renovación espiritual, reconciliación y misericordia. A lo largo de siglos de cambios e innovaciones, esta extraordinaria celebración ha permanecido como un símbolo de fe y esperanza para millones de peregrinos. En este artículo, repasaremos los momentos más destacados de la historia del Jubileo, deteniéndonos en los eventos, protagonistas y ritos que han hecho de esta tradición universal algo único.

Affresco di Papa Bonifacio VIII che proclama il primo Giubileo nel 1300 simbolo storico della Chiesa
Affresco di Papa Bonifacio VIII che proclama il primo Giubileo nel 1300 simbolo storico della Chiesa

Todos los Jubileos

1300 - Bonifacio VIII

La indulgencia fue utilizada por el Papa Bonifacio VIII (1294-1303) para el primer Jubileo. Su duración es anual y finaliza el 24 de diciembre de 1300. Los lugares típicos incluyen las basílicas de San Pedro y San Pablo Extramuros.

1350 - Clemente VI

El primer Jubileo con este nombre se celebró con el Papa lejos de Roma, en Avignon. Clemente VI (1342-1352) lo proclamó, reduciendo el plazo de los cien años y refiriéndose no solo a la costumbre de la Iglesia, sino también, aunque de manera limitada, a la alternancia temporal de los cincuenta años, a la tradición bíblica y judía. Los tiempos del Jubileo son idénticos al anterior, mientras que los lugares se extienden a la Basílica de San Juan de Letrán

1390 - Urbano VI - Bonifacio IX

Es el primer Jubileo convocado por un Papa, Urbano VI (1378-1389), diferente del papa reinante durante el año jubilar, Bonifacio IX (1389-1404). Antes del año 1390, Gregorio XI (1370-1378) amplió los lugares jubilares a la Basílica de Santa María la Mayor. Los tiempos, en cambio, fueron el elemento innovador; de hecho, Bonifacio IX confirmó lo establecido por Urbano VI sobre el intervalo de 33 años entre un Jubileo y otro

1400 - Bonifacio IX

Es el primer y, hasta el siglo XX, el único Jubileo celebrado por el mismo Pontífice reinante durante el año jubilar anterior y convocado, por primera vez, sin bula papal. Dedicó un reconocimiento público a los peregrinos—llamados "Blancos" por las características de sus vestimentas—que se dirigían a Roma desde varias partes de Europa.

1423 - Martin V

Si el Jubileo de 1400 había confirmado los plazos de los cien y de los cincuenta años, el de 1423 reiteró la validez del criterio de los treinta y tres años. Durante este año jubilar se recuerda la apertura de una no mejor especificada "Puerta Dorada", precursora, si no originalmente la fuente histórica de los ritos de la Puerta Santa.

1450 - Niccolò V

Para este Jubileo se destaca la apertura de la Puerta Dorada en San Pedro, y tal fue la percepción simbólica del evento que el Jubileo fue denominado "Año de oro".

1475 - Pablo II - Sixto IV

Los tiempos y lugares fueron reorganizados de manera profundamente renovada en el Jubileo de Sixto IV (1471-1484). En primer lugar, estableció el nuevo “tiempo”, es decir, el término de veinticinco años entre un Jubileo y otro, y calificó el evento tomando directamente la expresión bíblica y la clásica hebrea, precisamente como “Jubileo”. El tiempo jubilar se prorrogó hasta la Pascua del siguiente 1476. Los “espacios” del Jubileo pasaron a ser objeto de la política de urbanismo del nuevo pontífice: puentes, entre ellos el famoso Puente Sixto, calles, plazas, acueductos, iglesias y palacios.

1500 - Alejandro VI

Profundas fueron las innovaciones introducidas por Alejandro VI (1492-1503). El tiempo jubilar se extendió hasta la Epifanía del año siguiente. La principal novedad fue la extensión de la indulgencia jubilar a todas las naciones para el año próximo. También durante el año jubilar, el tiempo se marcó con modalidades nuevas: el repique de las campanas a la oración del Ángelus. Además, se definieron los ritos jubilares. Se elaboró un ritual que, en lo sustancial, se mantendrá vigente hasta nuestros días: la apertura de las Puertas Santas, el paso, las invocaciones; todo el aparato litúrgico se conservará en los Jubileos posteriores. Así se construyó la Puerta Santa. A partir de este año jubilar, por lo tanto, se afirma, también en el plano léxico, el binomio “Puerta Santa” y “Año Santo” como sinónimos de “Jubileo”.

1525 - Clemente VII

Clemente VII (1523-1534) enriqueció la ritualidad jubilar establecida por Alejandro VI, no solo por el uso, para la apertura del Año Santo, de un martillo de oro – que se convertirá en de plata con sus sucesores – sino también gracias a la creación de una auténtica liturgia de clausura de la Puerta Santa.

1550 - Pablo II - Julio III

Tuvo un gran impacto “canónico” el Jubileo convocado por Pablo III (1534-1549) y abierto por Julio III (1550-1555). El factor temporal resultó decisivo. La vigilia de Navidad cayó dentro del período de sede vacante. Julio III, por lo tanto, aunque procedió a abrir la Puerta Santa el 24 de febrero, estableció considerar la duración jubilar desde la vigilia de Navidad de 1549. Además del elemento retroactivo, Julio III estableció la ultraactividad del Jubileo hasta la Epifanía de 1551 y extendió la indulgencia al año siguiente.

1575 - Gregorio XIII

Durante el Jubileo, el Papa Gregorio XIII (1572-1585) visitó personalmente, en múltiples ocasiones, no solo las cuatro basílicas, sino también las iglesias de San Lorenzo fuera de las Murallas, San Sebastián “ad catacumbas” y Santa Cruz en Jerusalén. Era esta la costumbre de las "siete iglesias", que se ampliaba a las "nueve iglesias", considerando la de las Tres Fuentes y la de la Anunciación. Se recuerda la subida en rodillas de la Scala Santa por parte del Papa y de su séquito.

1600 - Clemente VIII

El Jubileo de Clemente VIII (1592-1605) comenzó el 31 de diciembre de 1599 y concluyó el 13 de enero de 1601, con la extensión de la indulgencia al año siguiente.

1625 - Urbano VIII

Urbano VIII (1623-1644) confirmó los tiempos tradicionales del Jubileo y dio un nuevo significado al espacio ciudadano, que se presentaba – tras intervenciones urbanísticas y artísticas monumentales – realmente impresionante para los peregrinos que llegaron a Roma. La misma basílica de San Pedro – que será oficialmente inaugurada por el Papa en el siguiente 1626 – estaba finalmente terminada. Desde este Jubileo, comenzó la práctica consolidada de conceder la indulgencia sin la obligación de llegar a Roma, según ciertos estatus personales particulares: enfermos, presos y religiosos pertenecientes a órdenes específicas. Urbano VIII se encargó personalmente de la consagración de la Puerta Santa de la basílica de Santa María en Trastevere, que, por motivos de seguridad, se indicaba, durante ciertos períodos del año, como sustituta de la basílica de San Pablo Extramuros, donde el riesgo de propagación de enfermedades era mayor.

1650 - Inocencio X

Inocencio X (1644-1655) confirmó y reforzó las decisiones de sus predecesores sobre los tiempos y los lugares jubilares en un Año Santo que, más que el anterior y el posterior, representó, por su arte, música y costumbres, el emblema de la Roma barroca.

1675 - Clemente X

Clemente X (1670-1676) proclamó y celebró el Jubileo según los tiempos y los espacios de la Roma barroca.

1700 - Inocencio XII - Clemente XI

El Jubileo de 1700 es un caso único en la historia de la Iglesia, porque comenzó con Inocencio XII (1691-1700) y concluyó con Clemente XI (1700-1721), con un sede vacante en curso de Jubileo. Durante el Año Santo, el río Tíber se desbordó y la basílica de Santa María en Trastevere sustituyó a la de San Pablo Extramuros en los recorridos jubilares.

1725 - Benedetto XIII

Benedicto XIII (1724-1730) no pudo convocar el Jubileo el día de la Ascensión, porque el cónclave que lo iba a elegir aún no había concluido. El Año Santo marcó un precedente casi único en la historia jubilar. El Papa abrió el Concilio provincial romano el 15 de abril de 1725 en la basílica de San Juan de Letrán – una especie de sinodo – para cerrarlo con una solemne procesión hacia Santa Cruz en Jerusalén el siguiente 29 de mayo, aniversario de su elección. Este es el único caso de “sinodo”, aunque en un sentido amplio, abierto y cerrado dentro de los límites temporales de un Jubileo.

1750 - Benedicto XIV

Benedicto XIV (1740-1758) confirmó los rasgos típicos de los eventos jubilares, prescribiendo, además, la Eucaristía para obtener la indulgencia. El Papa destacó varias veces y con claridad el referente a Roma como la ciudad que es el corazón de la cristianidad, y es de recordar la extraordinaria iluminación de la cúpula y el pórtico de San Pedro con ocasión de la fiesta de los Santos Pedro y Pablo el 29 de junio.

1775 - Clemente XIV - Pio VI

A Clemente XIV (1769-1799), que convocó el Jubileo, le sucedió Pío VI (1775-1795) que, de manera similar al anterior de 1550, una vez elegido abrió la Puerta Santa “tarde”, el 26 de febrero de 1775.

1800 - Pio VII

Pío VI, quien murió en Francia tras ser llevado prisionero, no pudo convocar el Jubileo de 1800, y su sucesor, Pío VII (1800-1823), elegido en Venecia, limitó su acción a conceder – al margen de la tradición jubilar típica – un plazo de dos semanas para la indulgencia plenaria.

1825 - León XIII

El “primer” Jubileo del siglo XIX fue, en realidad, el “último” Jubileo entendido en un sentido clásico. León XIII (1823-1829) lo celebró de acuerdo con los cánones tradicionales, confirmando en particular las decisiones adoptadas por Benedicto XIV sobre la prescripción de la Eucaristía y designando a la ciudad de Roma como el centro de la cristiandad.

1875 - Pio IX

Saltándose el año jubilar de 1850 – que no se celebró porque el Papa estaba aún, inicialmente, lejos de Roma, en Gaeta – Pío IX (1846-1878) extendió en 1875 el Jubileo a las diócesis, dado que su condición de “prisionero en el Vaticano”, posterior a la toma de Roma y la proclamación de la ciudad como capital de Italia, representó una razón impeditiva para la apertura de la Puerta Santa.

1900 - León XIII

León XIII (1878-1903) no salió del Vaticano y, aunque confirmó los aspectos tradicionales del evento jubilar, sobre todo en referencia a la dimensión temporal, trató de romper el límite espacial objetivo de la ciudad a través de la conceptualización del Año Santo – es decir, no vinculándolo a un elemento cronológico, como la celebración de los cien años, que por sí mismo es autoevidente – dedicándolo al Santísimo Sacramento, con su exposición contemporánea en las iglesias católicas de todas las naciones.

1925 - Pio XI

Pío XI (1922-1939) marcó los tiempos y los espacios jubilares con la cadencia de quien desea abrir puertas y no cerrarse en fortalezas. En esta perspectiva se inscribe el gesto de salir del Vaticano en dirección a la sede del Obispo de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán.

1933 - Pio XI

Pío XI vinculó el tiempo jubilar no al criterio de los veinticinco años, ni a un tema específico, sino a la memoria de los 1900 años de la Redención, y por esta razón fue calificado como extraordinario. En consecuencia, la apertura y el cierre coincidieron, respectivamente, con el Domingo de Ramos y el Lunes de Pascua.

1950 - Pio XII

Pío XII (1939 - 1958) recalibró las prescripciones típicas del peregrinaje jubilar, tanto en términos de visita a las basílicas – una sola por basílica – como en referencia a las oraciones requeridas para la indulgencia. El Jubileo – definido como el máximo – representó el primer evento “global” de la Iglesia después del final de la segunda guerra mundial, y estuvo marcado por símbolos y testimonios que indicaban la voluntad de redescubrir una humanidad herida y al mismo tiempo redimida.

1975 - Paolo VI

Pablo VI (1963-1978) respetó el término de los veinticinco años. Fue el primer Jubileo después del Concilio Vaticano II. La correlación con los contenidos de renovación y reconciliación expresados por el Concilio hizo que el Jubileo de Pablo VI fuera un tiempo privilegiado para transformar el Año Santo en un “Jubileo ecuménico”.

1983 - Juan Pablo II

El Jubileo extraordinario de San Juan Pablo II (1978-2005), por los 1950 años de la Redención, siguió la orientación dada por Pablo VI para el Jubileo de 1975. Fue un jubileo que tuvo su inmediato precedente en el Año Santo extraordinario celebrado por Pío XI en 1933. A diferencia de este último, sin embargo, la apertura de la Puerta Santa de San Pedro coincidió con la solemnidad de la Anunciación, el 25 de marzo de 1983, y su cierre tuvo lugar el Domingo de Pascua, el 22 de abril de 1984.

2000 - Giovanni Paolo II

El Jubileo del Milenio de San Juan Pablo II se denominó el “Gran Jubileo”. En continuidad con la tradición, en la vigilia de la Navidad de 1999 se abrió la Puerta Santa de San Pedro y, como en otros casos, esta fue cerrada en la Epifanía de 2001. Todas las Puertas Santas fueron abiertas por el Papa.

2015 - Francisco

El Papa Francisco (2013), al conmemorar los cincuenta años desde el cierre del Concilio Vaticano II, destacó su tema central en la "misericordia del Padre”.